Musi, Dance and a guy (Tere)

La hora de comenzar con los ensayos estaba cerca, sin embargo el caprichoso, no, más bien el dedicado bailarín se dio el trabajo de ir antes de la hora programada para practicar solo, como le gustaba hacerlo, para poder fallar sin reprocharse, bueno esta aseveración no es del todo cierta, la verdad es que él siempre se la pasaba recriminándose todo cuanto hacía, nunca nada le parecía bien hecho lo que lograba hacerle pasar tragos amargos y largas horas de entrenamiento sin descanzo.
Con su Ipod y su música clasica a todo lo que daba comenzó con los calentamientos, estiramientos y demás, cosas que le parecían absurdas pero que le agradaban hacer, solo por que le despejaba la mente antes de comenzar a danzar y sentir la melodía por cada poro de su piel, dejando que su cuerpo movido por la mente expresara lo que las palabras incluso las notas musicales no eran capaz de expresar..., solo el cuerpo era el adecuado para hacerlo y Darien estaba a punto de experimentar las sensaciones misma del deseo de la musica a través de su cuerpo como siempre que dejaba que sus movimientos reflejaran lo que él tanto ansiaba contar.

Alexander Desplat interpretaba la mejor de las melodías caóticas llenas de dramatismo en las teclas de su piano, claramente -gracias a su imaginación- podía sentir cada nota en un coquilleo en la piel, incluso se atrevía a decir que el mismo Alexander estaba frente a él, tocando una pieza majestuosa para que Darien y solamente Darien pudiera bailar, un argumento bastante ostentoso, pero que el bailarín solía imaginar para dar lo mejor de sí.
Sus pasos no caían en la precisión puesto que siempre intentaba despejar todo criterio de la mente racional antes de comenzar un cometido incierto, se proponía desencadenar una serie de pasos vastos de rutina cuando los pasos delicados le robaron su atención, se detuvo entrecerrando los ojos para ver mejor a la dueña de tal ruido..., se trataba de su compañera que en estos momentos no era capaz de recordar su nombre, un despis que el joven siempre padecía, la falta de memoria de nombres e inclusive rostros ajenos, le dedicó una sonrisa llena de cortesía, como solo él era capaz de expresar tal cosa, se quitó los auriculares para no perder detalle, puesto que él siempre se entretenía con cualquier cosa y perdía el hilo de las conversaciones.