Después de una borrachera, uno debería irse directo a la cama [Bryan][+18]

La apertura había sido grandiosa, el bar era uno de esos lugares cómodos con sillones, luces bajas y música no demasiado alta. En resumen, un gran lugar para pasar un viernes por la noche con mi mejor amigo, claro nos habíamos metido en un buen lío porque la prensa no dejó de acosarnos para preguntarnos sobre la boda. Bryan y yo nos limitamos a responder que nuestra prioridad era el teatro. Además estando con otros amigos, nos olvidaron...bueno, pasaron su atención a Brad y Angelina que iban al lugar de enfrente.

Ahora, a las dos de la mañana y con un par de copas de más encima, Bryan y yo llegamos al departamento y yo estaba más que aturdida. No había bebido muchísimo, pero sí había bebido más de lo acostumbrado. Al entrar, ambos nos dirigimos a la habitación de él, que era la más cercana a la entrada. Ahí, me dejé caer en la cama y sonreí divertida...o más bien borracha.

- Ay qué nochecita ¿eh? ya no voy a sacarte a ningún lado Joyce, eres una mala influencia para mí - dije mientras me reía incontrolablemente.

Habíamos pasado un buen rato en la apertura del bar. No había sido tan multitudinaria como a mí me hubiera gustado... Y no porque prefería que hubiera mucha gente, sino porque cuanto más concurrido estaba el bar más fácil sería pasar desapercibido. Y aunque había bastante gente, no la suficiente como para que la prensa no se fijara en nosotros. Era tedioso tener que aguantarlos, pero por fortuna no nos estuvieron molestando mucho tiempo.

Después de una noche cómoda y agradable habíamos llegado a casa, a decir verdad no sabía ni cómo, ya que iba algo perjudicado. No estaba acostumbrado a beber... De hecho yo no bebía casi nunca, pero ese día estaba bastante animado y se me fue un poco de las manos. También ayudaba que el barman estuviera cada dos por tres invitándome a una copa. Y yo, por no negarle la invitación, no había controlado lo que tomaba. Y entre eso y que la poca costumbre hacía que un poco de alcohol me alterara...

-¿Yo, mala influencia? -dije mirándola -Eso díselo al barman, que no paraba de invitarnos... Para mí que te había echado el ojo -dije riendo, y tratando de quitarme un zapato, aún de pie. Y claro, con el poco equilibrio que tenía ya con dos pies, apoyado solo en un pie no pude evitar perder la verticalidad y caer aparatosamente encima de mi cama, casi aplastando a Sylvie -perdón... -dije echándome a reír compulsivamente.

La verdad, Bryan y yo no éramos demasiado fiesteros, en parte porque no nos dejaban de acosar y no nos gustaba que nos preguntaran cosas de nuestra vida privada. Pero hoy nos la habíamos pasado genial, pues muchos amigos habían ido a la apertura y no habíamos podido evitar beber más de lo acostumbrado... que era casi nada.

Bryan dijo que el barman me había echado el ojo y yo me reí mientras negaba con la cabeza. Eso era mentira, pero ninguno había podido evitar seguir bebiendo. La buena compañía y el ambiente nos habían inducido a beber. Esa noche no me había vestido demasiado elegante, sólo un vestido negro a medio muslo, de tirantes y unos tacones no muy altos.

Entonces sentí como Bryan caía sobre mí y yo me reí un poco antes de clavar mi mirada en la suya. Mi risa fue disminuyendo hasta que se transformó en una sonrisa algo boba. Entonces acaricié su cuello y su cabello suavemente.

- Eres muy guapo Bryan- susurré desviando mi mirada hacia sus labios.

Había caído tontamente, y hubiera aplastado a Sylvie de no ser porque apoyé a tiempo el brazo a un lado de su cuerpo. Reí con ella e intenté incorporarme, apoyando una mano suavemente sobre su pierna, a la altura de la rodilla. Sin embargo, entre el ataque de risa y que no andaba muy lúcido, apenas conseguí moverme, lo que provocó que siguiera riendo con más fuerza.

-Es la última vez que bebo más de una copa -dije entre risas, sin ser del todo consciente de lo que decía. Su mano paseó por mi cuello y mi cabello, y no me había dado cuenta, pero la mía seguía en su pierna, y la acariciaba inconscientemente. Fui parando de reir poco a poco mirándola a los ojos y solté una breve risita cuando dijo que era muy guapo -Has bebido mucho y tienes alucinaciones -dije siguiendo el movimiento de sus ojos, que fueron llevando la mirada a mis labios- Tú también estás preciosa -devolví el cumplido absorto en su rostro.

No me gustaba no poder tener el control sobre mí misma, saber que el alcohol podía hacer que nos comportáramos de maneras insospechadas. Como Bryan, que acabó sobre mí y yo no pude evitar reírme, la verdad no me sentía para nada incómoda así, su presencia jamás lo había sido y ahora mucho menos.

ME reí cuando dijo que estaba aluscinando, pero al mirar sus ojos y sentir sus caricias en mi pierna, yo sólo lo miré con una sonrisa. Mis dedos se dirigieron a sus labios, los cuales acaricie con delicadeza.

- No aluscino, en verdad eres muy guapo - dije mientras sentía como un extraño calor iba apoderándose de mi cuerpo. Quizás se debiera a la cercanía de Bryan, pero como fuera, no quería que parara, la sensación me gustaba

Mi vista se nublaba por momentos, y me hacía perder la cabeza... Definitivamente no me dejaría a mí mismo volver a beber tanto. Y sin embargo no estaba para nada incómodo allí. Sólo tenía la impresión de que reía como tonto, pero por lo demás no estaba nada molesto.

Acarició mis labios con suavidad y estos se curvaron en una sonrisa. Su piel era tan cálida que empezaba a perderme un poco, entre el contacto con su pierna, su mano que estaba en mis labios y su mirada. Y para rematar, sus palabras.

-Harás que me sonroje Syl -murmuré sonriendo, y me mordí el labio inferior sin desviar la mirada de su rostro. La mano que tenía a un lado de su cuerpo se posó sobre su cintura, y la miré con una sonrisa algo perdida. Sus ojos se clavaban en los míos de una forma que me hacía ponerme nervioso -Gracias linda -dije en un susurro junto a su oído, sin poder evitar rozar su lóbulo con mis labios.

Desde que conocí a Bryan, se había vuelto mi mejor amigo, no podía ocultarle nada y le tenía plena confianza, recordaba nuestra primera borrachera en serio, había sido en prepa y esa vez no habíamos ni llegado al sillón de sus padres y habímos caído dormidos en la alfombra, ahora no era una alfombra, ya no éramos unos niños, pero seguíamos emborrachándonos juntos.

Sentí su mano posarse en mi cintura y cuando mordió su labio, yo no pude evitar imitar el gesto, deseando de una manera inimaginble morder el suyo. Su susurro en mi oído y sus labios tan cercanos a mi piel hicieron que no pudiera evitar arquearme un poco hacia él.

Mis manos se dirigieron a su espalda y deslicé mis dedos suavemente de arriba hacia abajo y entonces moví mi rostro para comenzar a dejar un reguero de besos sobre su cuello, llevada por completo por el calor que estaba propagándose con mayor rapidez por mi cuerpo.

- Bryan - exhalé su nombre en un suspiro.

Algo no me terminaba de encajar en todo esto, pero mi cabeza estaba demasiado embotada como para dar con aquello que hacía que, a pesar de estar muy cómodo tuviera una sensación extraña de que algo no iba bien. Bueno, tampoco iba a ponerme a pensar sobre ello, había bebido bastante, quizá eso era todo.

Noté como las manos de Sylvie se deslizaban por mi espalda, acariciándola y haciendo con ello que la temperatura de mi cuerpo aumentara unos cuantos grados. Por si no fuera poco, sus besos en mi cuello terminaron por dejarme completamente indefenso ante ese calor que empezaba a aumentar. La mano que estaba en su pierna se deslizó hacia arriba, acariciando su muslo y arrastrando el pliegue de su vestido ligeramente. Reí ligeramente ante sus besos, sintiendo como se me aceleraban las pulsaciones.

La miré cuando dijo mi nombre, y acerté a sonreír dejando caer un poco más mi cuerpo sobre el suyo, sin aplastarla, simplemente por la necesidad de sentir su cuerpo mucho más próximo -¿Sylvie? - dije mirándola interrogante, y echándome a reír sin poder evitarlo. Mis labios se aproximaron a la comisura de los suyos, dejando cortos besos en esa parte, como si mi subconsciente estuviera pidiendo permiso para un premio mayor. ¿Dónde demonios tenía la cabeza en ese momento? Ni lo sabía ni me importaba.

Bryan siempre había sido mi mejor amigo, siempre había estado a mi lado, en cada etapa de mi vida, en cada momento importante. Cuando mis padres murieron, los Joyce fueron increíblemente atentos conmigo, y Bryan se había vuelto mi mayor sostén, pues mis hermanos habían tenido sus propios apoyos y no estábamos - ninguno de los tres - para ser apoyo de nadie.

PEro ahora, parecía querer más, ya no quería que Bryan fuera siempre el amigo al que le cuentas todo. En ese momento, otro Bryan era el que me acariciaba las piernas y me hacía delirar por aquella calidez tan fuerte. Mi piel se estremeció cuando sentí sus labios tan peligrosamente cerca de los míos. Me llevaban al mismo infierno y quería saciar aquel terrible deseo de besarlo.

Sin poder controlarme, atraje su rostro hacia el mío para por fin besarlo y algo dentro de mí despertó, el besarlo no había aquietado mi ansia, más bien la había incrementado. Sentía que había algo mal pero ¿qué podría haber de malo? Bryan y yo habíamos compartido tantas cosas, desde una paleta a un apartamento. Ambos estábamos sin pareja y sin compromisos, además mi mejor amigo era guapo, sexy y ahorita estaba poniéndome a mil.

Mi cerebro me decía que aquello no estaba bien, que estaba llegando demasiado lejos y no era capaz de echar el freno. Y no porque Sylvie no fuera guapa y sumamente atractiva. Además de que era mi mejor amiga y eso podía complicar las cosas entre nosotros, también estaba Aleyah... Había algo que no me cuadraba... ¿Invitaba a salir a una chica que se supone que me gustaba mucho y luego jugueteaba con otra? En fin, mi cabeza estaba demasiado perjudicada por el alcohol como para pensar fríamente en las consecuencias de lo que estaba pasando.

Pero cualquier pensamiento lúcido que podía haber tenido despareció al sentir sus labios sobre los míos. Sin saber cómo me encontré correspondiendo su beso con pasión y con hambre. Con la necesidad de dar rienda suelta a mis impulsos más básicos, sin ninguna intención aparente de controlarlos. Volví a besarla enloquecido, acariciando con más intensidad su pierna. Ya no recordaba apenas cómo eran sus besos, sus caricias... Y en ese momento se me hacía muy difícil resistirme, de hecho no quería resistirme, más bien todo lo contrario.

Vale, no estaba pensando mucho en lo que hacía...de hecho no pensaba de ningún modo, mi cabeza estaba embotada por el alcohol y era ahora mi cuerpo quien tomaba las riendas y se dejaba llevar por las sensaciones que Bryan lograba causar en mí. Digo, seamos honestos, jamás nos habíamos acostado porque cuando fuimos novios teníamos 15 años y no somos tan precozes...pero tampoco éramos unos santos porque sí que habíamos tenido nuestros buenos ratos.

De cualquier modo, olvidé todo cuando sentí como Bryan correspondía a mi beso, eso hizo que todo se fuera al demonio, ya en esos momentos nada podría hacer que me echara para atrás. MIentras él acariciaba mi pierna, yo comencé a desabrochar los botones de su camisa, para ir acariciando su cuerpo tan bien torneado. Mis labios parecían querer devorar los suyos, y en un arranque de imparable pasión, mordí su labio inferior, claro que no demasiado fuerte, pues no quería herirlo en mi arrebato.

Algo en mi cabeza me repetía que debía detenerme, pero lo oía muy lejano, como si fuera un recuerdo borroso y sin importancia. Además, a quién pretendía engañar... Una vez probados sus labios me moría por continuar, por ir más allá de un simple beso. Quería... no, necesitaba... Necesitaba llegar más lejos de lo que nunca había llegado con ella, como si regresáramos a aquellos tiempos en los que fuimos más que amigos, con la madurez física y mental que teníamos actualmente.

Sylvie empezó a desabrocharme los botones de mi camisa, y chasqueé la lengua con impaciencia, al tiempo que la incorporaba levemente junto a mí, para tener acceso al cierre de su vestido y tanteando para bajarlo. Mis labios reaccionaron con pasión desmedida cuando empezó a mordisquear los míos. Su último mordisco me había hecho perder completamente la cabeza. Desvié mi boca desde sus labios hasta su cuello, mordisqueándolo, besándolo y succionando ligeramente.

Aún recordaba los tiempos en los que Bryan y yo habíamos sido novios, había sido genial, como cada etapa que habíamos vivido juntos. Creo que habíamos sido la pareja que más había durado en secundaria. Porque teníamos equilibrio entre la amistad y el noviazgo. Ahora con la madurez que ambos habíamos alcanzado, estaba más que preparada para dar este paso con él, aunque en este momento, eso no importaba en mi cabeza.

Bryan gruñó un poco mientras me demoraba quitándole la camisa y yo me reí incontrolablemente mientras se la quitaba por completo y posaba mis manos sobre su pecho, arañándolo un poco mientras mis labios seguían bebiendo de los suyos. Él me alzó un poco y comenzó a besar mi cuello, lo que me hizo soltar un leve gemido mientras mis manos parecían querer recorrerlo todo.

En un rápido movimiento, lo dejé debajo de mí y lo miré con una coqueta diversión antes de inclinarme y comenzar a besar su pecho, mordisquear su cuello y luego subir a su oído para hablarle sensualmente.

- Te quiero sentir por completo, Bryan Joyce - terminé y mordí el lóbulo de su oreja.

La necesidad de sentirla cerca de mí, de besarla, de acariciar todo su cuerpo... Esa necesidad se acrecentaba a cada segundo que transcurría. No entendía, ni trataba de entender, qué demonios me había picado para comportarme de esa forma con Sylvie, pero en estos instantes la deseaba de una forma irracional. Y ese deseo era aún mayor al percibir que era compartido.

No pude evitar echarme a reír yo también cuando Syl se empezó a reír descontrolada. Era todo tan fluido y directo... Sin duda el alcohol ayudaba a que estuviéramos siendo algo desinhibidos. Me quitó la camisa y empezó a arañar mi pecho con suavidad, lo cuál me producía escalofríos y descargas por todo mi cuerpo, erizando completamente mi piel. Sus manos empezaron a moverse con rapidez, de la misma manera que mis manos ya se aventuraban traviesas por debajo de su vestido. Entonces Sylvie hizo que girásemos, quedando ella encima. Mis manos fueron a sus muslos, subiendo por ellos y arrastrando el vestido hacia arriba, mucho más que antes.

Sus palabras y el posterior mordisco me hicieron enloquecer. Ya no sabía ni cómo ni por qué... Lo único que quería era llegar muchísimo más lejos con aquella mujer cuyo objetivo parecía ser desesperarme por completo y hacer que perdiera la cabeza por una sola de sus caricias. Intenté incorporarme un poco para alcanzar su cuello con mis labios, para mordisquearlo y bajar por él, dejando un rastro de besos.

Jamás, jamás había sentido tanto deseo por alguien. Ya no podía distinguir la línea entre el deseo habido en mí, y el que proporcionaba el alcohol. No importaba siquiera, lo único que sabía era qué quería de ese momento, y eso era lo que iba a conseguir. Sabía que no tenía caso irme por las ramas cuando de Bryan se trataba, si siempre éramos directos el uno con el otro ¿qué tendríamos que ocultar aquí y ahora?

Sabía que el deseo era mutuo, podía sentir las manos de Bryan acariciarme ansioso como yo a él, por ello me comportaba desinhibida como estaba siéndolo. Sus manos comenzaron a subir por mis muslos y yo me sonrojé mientras seguía besando su pecho. Todo aquello me encantaba, sin duda sería una noche de lo más memorable, y con Bryan no podía ser más perfecta.

Arqueé mi cuello un poco, para dejarle un mayor acceso, sus mordiscos y sus besos estaban causándome unos escalofríos deliciosos, no quería que parara. Quería seguir sintiendo sus besos en mi cuello y sus manos en mis piernas, en todo mi cuerpo. Tiré suavemente de sus cabellos para poder alzar su rostro y así besarlo con pasión desmedida. Mis manos comenzaron a aventurarse más abajo, quitándole el cinturón y arrojándolo lejos.

No tenía palabras para describir todo lo que pasaba por mi cabeza y por cada centímetro de mi piel en ese mismo instante. Tan sólo sabía que no me iba a conformar con aquello, yo quería mucho más. Mis manos subieron por sus muslos hasta sus caderas y después se fueron hacia su espalda, bajando completamente el cierre del vestido. Me demoré un poco en la piel de su espalda, acariciándola con intensidad, de arriba a abajo.

Noté que me dejaba pleno acceso a su cuello, y sonreí presionando con mis labios sobre él. Aparté sus cabellos con suavidad, enredando mi mano en ellos, y tirando suavemente, de la misma manera que ella lo hacía. Alcé mi rostro, encontrándome justo con los labios de Sylvie, que tocaban los míos de nuevo. Correspondí el beso con pasión, jugando con mi lengua dentro de su boca, sin ningún tipo de recato. Sus manos se deslizaron hacia abajo quitándome el cinturón.

Sonreí impaciente y mis manos se movieron mucho más deprisa que mi cerebro. Antes de que pudiera darme cuenta, habían descendido hacia el borde de su vestido y lo habían deslizando hacia arriba, para quitárselo sacándolo por la cabeza. Sonreí de forma retadora, aún con mis labios sobre los suyos, y los aparté un poco, rehuyéndolos para que ella los buscara, en una especie de juego de captura.

Las manos de Bryan fueron a mi espalda, donde comenzaron a acariciarme, lo que ocasionó que mi piel se erizara bajo su contacto, no podía creer que nos encontráramos en esa situación, pero no me daría ni tiempo para meditarlo, porque no deseaba hacerlo, sólo deseaba seguir hasta el final. Ahora no estábamos en casa de sus padres, ni estábamos en la escuela, estábamos solos y éramos lo suficientemente maduros para seguir con aquello.

Al sentir su mano enredada en mi cabello me sentí aún más desinhibida que nunca. Sus labios correspondieron a mi beso con la misma pasión y fiereza. Su lengua y la mía se enfrascaron en una pequeña batalla, para ver quién podía tener el control...pero mientrás más lo besaba, más perdía el control. Dudaba que algo pudiera pararnos en ese momento...y esperaba que nadie o nada intentara interrumpir aquello.

Bryan me quitó el vestido y yo lo miré con una sonrisa seductora, sin embargo, al querer besarlo de nuevo, él se apartó, lo cual no me agradó para nada. Gruñí molesta y entonces rodeé su cuello con mis brazos y lo impulsé hacia arriba, de modo que él quedó sentado y yo a horcajadas sobre él. Pero ahora yo sería la que no dejaría que me besara, me enderecé un poco, de manera que su rostro quedara justo frente al valle de mis senos.

- Ambos podemos jugar el juego Joyce - le previne con mi sonrisa más maliciosa antes de morder mi labio inferior y liberándolo lentamente sin romper el contacto visual

Estaba enfrascado en un círculo de pasión desmedida, un círculo sin salida. Mis pulsaciones se incrementaban salvajemente, sin poder controlar mis impulsos y mis instintos. Jugué con su lengua con fiereza, sintiendo que se desprendía fuego en cada contacto de su piel con la mía. El norte lo había perdido hace ya rato, así que ya ni me preocupaba por lo que estaba haciendo, sólo quería continuar.

Sonreí ante su sonrisa seductora, y mi sonrisa se convirtió en una leve risita al oír su gruñido de molestia. Supe que por su parte no iba a quedar así. Aquello había empezado un juego muy peligroso, en el que ambos queríamos ganar, y en el que era muy posible que cuanto más empeño pusiéramos en ello más compartida sería la victoria. Sonreí cuando se enderezó un poco, dejando mi rostro frente a sus pechos. Durante un momento mi mirada se desvió hacia ellos, pero después volví a establecer contacto visual y le guiñé un ojo.

-De acuerdo Ballard -respondí a su reto, llevando mis labios hasta la parte superior de sus pechos, dejando besos y leves succiones por esa zona, entreteniéndome allí durante unos segundos. Seguí subiendo mis labios hasta su cuello y hasta su barbilla, para mordisquearla juguetón. Mis manos se deslizaron por toda su espalda, y se posaron en su cintura, rodeándola y atrayéndola hacia mí, y sintiendo como se rozaban nuestros cuerpos.

Me sentía increíblemente viva en esos momentos. La pasión nos estaba arrastrando hasta lugares que creía inalcanzables hasta ese momento, sin embargo no deseaba de ningún modo que aquello fuera diferente o que fuera con alguna otra persona, no señor, en ese momento sólo existíamos Bryan y yo y el calor de nuestros cuerpos. Nada fuera de esa habitación importaba. El teatro, las fiestas, los paparazzis, todo eso había quedado en el olvido.

Bryan comenzó a besar mis pechos y yo cerré los ojos mientras me pasaba una mano por mi cabello, me sentía acalorada e insatisfecha. Este deseo que sentía por él me hacía querer más, sentía que si seguíamos, acabaríamos consumidos por la llama, y quería llegar hasta ese punto. Él siguió con mi reto y mientras sus manos se afianzaban a mi cintura, yo me arrimé más pegada a él, de manera que sentía como su virilidad se rozaba con mi entrepierna, lo que me hizo soltar un leve maullido.

- ¡vaya! ¡qué ansioso pareces Joyce! - dije con sorna mientras volvía a rozar nuestros sexos aún cubiertos por un par de capas de ropa. Entonces lo empujé para que quedara recostdo de nuevo y comencé a dejar un reguero de besos por todo su pecho y abdomen, al llegar a su ombligo lo mordí sensualmente y entonces mis manos fueron hasta su entrepierna, la cual comencé a acariciar lenta y provocativamente

Hasta ahora no había pensado que pudiera desearla de esa manera tan compulsiva y alocada. Necesitaba de sus besos y sus caricias como aire para respirar. Mi cabeza estaba totalmente embotada y consumida por las sensaciones que estaba provocando en mí. Algo iba mal, lo sabía. Pero... ¿cómo podía ser malo algo que se sentía tan bien?

Noté que Sylvie se pegaba a mí y nuestros sexos se rozaron por encima de la ropa, lo que me produjo una sensación parecida a una descarga eléctrica que me recorría de punta a punta. Suspiré de pura excitación, al tiempo que seguía acariciando su cuerpo con ansia. Sonreí con la mirada perdida por la pasión cuando dijo que parecía ansioso -No sabes bien cuánto -murmuré, no sin cierta dificultad, debido a lo excitado que estaba.

Me empujó para que quedara recostado y cerré los ojos fuertemente, al tiempo que mis manos se deslizaban desde su cadera hasta su trasero, acaricándolo y apretándolo suavemente. Cuando noté sus manos en mi entrepierna sonreí enloquecido y mis manos subieron, acariciando todo su cuerpo hasta sus pechos, pellizcándolos con suavidad.

Ni cuando fuimos novios, Bryan y yo habíamos dejado que un deseo de tal magnitud, vale, cuando fuimos pareja, éramos niños, pero nunca viviendo juntos ya más grandes, nos habíamos sentido tan atraídos el uno por el otro. Vamos, viviendo juntos Bryan me había visto salir del baño sólo usando una toalla y yo lo veía al despertarse, y jamás me había puesto a pensar en lo guapo que era.

Sus ojos, sus labios, su sonrisa, su cuerpo, todo ahora estaba más claro para mí, o más nublado, yó sólo sabía que quería disfrutar de esa noche, sentirlo más cercano a mí de lo que había estado nunca. Sentí sus manos recorriendo mi cuerpo y sonreí con completo descaro al notar como mis caricias lo estaban excitando.

- Dios mío, Bryan, me estás volviendo loca - jadeé al sentir sus manos por mis pechos y yo bajé mi cabeza aún más para bajarle el cierre a sus pantalones con mis dientes. Al estar abajo, volví hacia su rostro y lo besé con pasión desmedida.

Definitivamente todo en ella me excitaba sobremanera. Simplemente me preguntaba cómo demonios había podido vivir tanto tiempo con ella sin sentir la atracción que sentía en este momento, sin desearla de esta manera tan alocada y desesperada. Sus caricias estaban enloqueciéndome completamente.

Oí sus palabras y suspiré profundamente. Ella ya me había vuelto loco, y no había manera humana de pararme. Otro escalofrío volvió a recorrerme cuando bajó el cierre de mi pantalón con los dientes, y mis caricias se hicieron más intensas y desesperadas. Si algo estaba claro es que quería que fuera mía, a toda costa.

Correspondí su beso con fiereza, y en un arranque de pasión hice que girara, quedando yo encima de ella, al tiempo que prácticamente devoraba sus labios. Mi mano derecha se paseó por su muslo, acariciándolo en su longitud y alzándolo un poco a un lado de mi cuerpo, buscando colocarme entre sus piernas para rozar ligeramente nuestros sexos, aún cubiertos. Sonreí con malicia contra sus labios y mi otra mano se deslizó hasta su entrepierna, acariciándola por encima de su ropa interior.

Si nunca nos habíamos sentido tan atraídos el uno por el otro, quizás se debía al hecho de que, desde que terminamos, ambos habíamos guardado cualquier vestigio de atracción habido entre ambos, sin embargo, con las copas encima, ese deseo había resurgido, con todo su poder, y siendo los dos más maduros, no podíamos ignorarlo.

Sentí como su cuerpo se estremecía ante mi contacto y cómo sus caricias iban creciendo en ritmo y yo no podía evitar sentirme de lo más provocativa y deseada. Viva, ésa era la palabra que buscaba, Bryan me hacía sentir viva y no necesitaba nada más, ahora sólo quería que él me tomara, como quisiera.

EN un rápido movimiento, Bryan me dejó bajo su cuerpo y yo no pude evitar una risita antes de que volviera a besarlo, mordiendo sus labios sin control. Cuando sus manos se movieron a mi entrepierna, yo no pude evitar un jadeo, ya que además su miembro estaba demasiado cerca y aquello me volvía loca.

Sin separar mis labios de los suyos, rodeé su cintura con mis piernas y lo atraje por completo a mí mientras mis manos se dirigían a su pantalón y lo bajaban lentamente, acariciando su trasero.

Cada contacto con su piel me hacía desearla más a cada momento, de una manera loca e irracional, como si no fuera responsable de mis propios actos. Bueno, quizá ni lo era, era simplemente la pasión y el desenfreno los que guiaban mis actos.

Jugué con sus labios y con su lengua, como si se tratara de una batalla encarnizada por quien toma el control. Noté su jadeo y suspiré de puro placer. Ella estaba tan excitada como yo, y eso hacía aquello mucho más atractivo. Hasta el punto de que comenzaba a desesperarme cada vez más.

Mis labios seguían pegados a los suyos, y Sylvie rodeó mi cintura con sus piernas, lo que aproveché para pegarme más a ella y nuestros sexos volvieron a rozarse. Gemí suavemente contra sus labios y retiré mi cuerpo lo justo para que mi mano pudiera colarse por debajo de su ropa interior con rapidez e intensidad.

MIentras mis labios luchaban con los de Bryan por tener el control, mis manos no se podían estar quietas, recorriendo su espalda, la cual se había ido desarrollando con el tiempo, el cuerpo de Bryan ya no era más el de un adolescente de 15 años, ahora se había desarrollado y tenía músculos que no hbía tenido hacía años.

Su mano se adentró a mi ropa interior y yo me arqueé hacia él de manera inconsciente, sólo quería seguir sintiendo sus caricias, quería todo con él, quería sentirlo en mi interior, quería llegar al clímax del placer con él....simplemente lo quería a él.

Al oír su gemido en mis labios yo no pude evitar soltar uno igual, me estaba volviendo loca y este delirio me mataba, me encantaba simplemente. Así como él introdujo su mano a mi ropa interior, yo hice lo propio, acariciando su miembro de arriba a abajo con lentitud, en afán de excitaarlo y provocarlo.